Noche en el bar [Libre]

Vestimenta:

Spoiler:

La chica ingresó al local sin prestar atención realmente a los presentes. La matoría, por no decir todos eran humanos, algo totalmente desagradable para su delicado olfato, pero... Estaba hambrienta, y existían pequeños sacrificios que ella debía hacer para poder alimentarse correctamente, ejemplo, seducir un pobre diablo para alimentarse ya sea de su energia sexual o de su sangre. Sonrió con esa infantil inocencia que oscultaba su verdadero ser.

Se acercó a la barra del local, cruzando suavemente las piernas con una encantadora sonrisa y una mirada seductora, un magnifico contraste en su pequeño rostro.

-¿Me podría dar una margarita? - Preguntó seduciendo sin mucho esfuerzo al bartman

Solía ir al bar a buscar vampiros qué aniquilar, haciendo gala de todos los recursos que tenía y a pesar de ser un cazador algo reconocido entre estos -que no pasaba desapercibido casi nunca- todavía había algunos que lo tomaban como un tipo comun y corriente, sobretodo tratándose de chicas, que si bien todavía consideraba medio extraño pelear contra una, se recordaba siempre que no eran humanas, que eran fuertes y asesinas pese a que parecieran unas dulces princesitas en el exterior.

Y vaya que eran más pálidas y bellas que el resto de las humanas, y Garrett era siempre de observar bastante a su alrededor, llevaba un rato mirando desde una de las mesas a la chica del vestido azul en la barra, pero todavía tenía sus dudas sobre si era o no un vampiro. No estaba de más levantarse a averiguarlo antes de que le hiciera daño a alguien si sus sospechas resultaban correctas.

Así que se dirigió a la barra, sacando del bolsillo interior de la chamarra negra, un billete que ofreció al barman -Yo invito- Dijo más para ella, sonriéndole de costado -Siempre es un placer invitar un trago a una hermosa mujer-

Cuando un ser daba muerte a otro, algo en su escencia cambiaba, incluyendo su aroma. El aroma de la muerte. Por desgracia, Caroline tenía una cierta debilidad por esos aromas, pues.. segun ella, hacía a un humano más apetecible, un aroma jugoso entre las demás manzanas podridas.

Cuando el hombre se acerco ella colocó su mano sobre la barra para undirla encantadoramente entre sus caideles negros dando una apariencia de inocencia que muchas veces levantaba instintos pedófilos, mientras sus labios rojos dibujaban una sonrisa seductora contrastante.

Realmente no es necesario.. Comenzó a decir con una suave voz que delataba su naturaleza sobrenatural al ser tan clara pese a la musica y el bullicio del lugar Pero se le agradece