Oscuros y sucios callejones

Katherine y yo nos disponíamos a salir del bar, pero no sin antes, echar una meada.
-Eh, Kat, si es que te puedo llamar así, ¿me esperas? Voy al baño.
Y dicho esto, me di media vuelta y me dirigí al servicio de aquél sitio.

-Claro, no hay problema - Le esperé fuera mientras echaba su meada. La calle parecía solitaria. Me eché en una esquina. Olía bastante mal, casi me atrevería a decir que no se usaba alcantarillado, y si se usaba, estaba de adorno. Los contenedores estaban llenos a rebosar y había gatos rondando la basura. Sin duda, era un pueblo siniestro, quién lo iba a imaginar. No era el mejor pueblo para vivir, pero estaba harta de huir, necesitaba estabilizarme en algún lugar. Keith me caía bastante bien. Parecía muy maduro y caballeroso, algo imposible de encontrar en estos tiempos que rondan. Aunque, sin animo de ser feminista, desde que tengo uso de razón...en mis 326 años he encontrado pocos hombres decentes.

Empezaba a oscurecer. Perfecto. Odiaba el sol.

Llovía demasiado como para ser verano, me ajusté la chaqueta lo más que pude al cuello, porque también empezaba a hacer algo de frío (jodido y extraño verano)

Normalmente suelo andar erguido, pero bajo la lluvia, como los mortales, tiendo a inclinarme un poco y esconder el cuello entre los hombros y clavo mi mirada en el suelo; lo que sería un largo recorrido recto viendo losas y más losas de la acera, se alteró cuando mis ojos vieron sobre el cemento un par de piernas tatuadas ante mí. Alcé la miranda, siguiendo el estilizado recorrido de esas piernas, y descubrí a una hermosa joven, bastante tatuada, con la mirada puesta en su reloj y guarecida de la lluvia bajo el dintel de la puerta de un bar.

Ñam... Pensé. Era todavía temprano y no había comido nada, y el pulso latente de aquella mujer despertó mi instinto depredador. El paso siguiente, interesarme por su nombre, seducirla, alimentarme y robarle algo de pasta... tan sencillo que era imposible no sentirse atraído por la idea...

-Buonasera... -dije en un sobreactuado italiano. Apestaba comparado con mi añorado latín, pero yo era italiano, y los tiempos, eran los tiempos...

Un joven, bastante atractivo he de decir, se acercó a mí. Hablaba italiano. Me pareció algo raro, pero desde que llegué a ese pueblo, todo lo ocurrido no era normal. Así que intenté parecer no muy asombrada, y le devolví el saludo.

-Buenas noches - le dije, con una sonrisa en el rostro, típico en mí.

-Hablo su idioma, no se preocupe -dije intercambiando una sonrisa-. Pero me pareció cortés saludarla con mi lengua natal -qué gran mentira-. ¿Está sola? ¿Puedo acompañarla a algún sitio?

Mi interés sólo te llevará unos segundos, no te preocupes, mortal...

Salí del bar después de haberme lavado las manos (off: muy importante que leas esto, Kat xD) y vi que había comenzado a caer una fina lluvia. Miré a mi derecha y, cercana al límite de la cornisa sobre la puerta del bar estaba Kat, con su silueta entreluminada por la escasa luz que desprendía la cristalera de la puerta del local y, al parecer, hablando con otra persona. Me acerqué más, y, qué sorpresa, era Rael. Había conseguido escuchar algunas palabras.
-Buenas noches, está conmigo, Lluvia, -me reí suavemente por la pequeña broma, ya que seguía lloviendo- así que deserta. -Le dije en un tono amigable.

La última persona que me esperaba encontrar hoy. Aquel brujo, Keith, aquel mortal que tanto me fascinaba y por el que daría mi brazo derecho por saber mucho más de él y convertirlo en uno de los míos...

Aquella chica hacía buena pareja con él, deduje que también era una jodida bruja. Qué asco. Aun así estaba sediento, y la chica era un bocado demasiado suculento como par darme media vuelta y decir adiós.

-Hola, Keith -le saludé tranquilo, con mi mejor sonrisa-. Así que esta chica es tu pareja, ¿eh? No tienes mal gusto, desde luego...

¿Pareja? Eché un vistazo rápido de reojos a Kat.
-En absoluto, Rael, si la acabo de conocer hoy... -Le di tono despreocupado.
Supuse que ya se habría percatado que el está conmigo hacía referencia a que no iba a dejar que la desangrase tan fácilmente, por lo que con otra cordial sonrisa, le devolví el gesto.

Noté algo raro, en sus miradas, en su forma de hablar. Era mujer, tenía un sexto sentido para estas cosas, y además era bruja con 326 años de experiencia. No quise decir mucho. Me limité a mantener mi compostura.

-Veo que os conoceis. ¿Él también es de aquí?- le pregunté a Keith.

-No, no soy de aquí -contesté yo por Keith-. Tan sólo llevo aquí un siglo y medio. Parece que fue ayer cuando llegué a este peublo lleno de... brujas.

Me consoló que no fuera pareja de Keith. Así no tenía que preocuparme por una posible venganza cuando decidiera tomarla. Aunque su mirada parecía decir otra cosa...

Abrí la boca para decir algo, pero no tenía nada más que decir. Él mismo se había revelado, no iba a ser yo el siguiente, allá cada cual con sus actos. Continué con las palabras de Rael.
-Efectivamente, él es un conocido, bastante reciente al igual que tú. -Fijé mi vista en Kat- Hace poco tuvimos una pequeña escaramuza con... bueno, paletos pueblerinos. -Resumí.

Hacía tiempo que no me interesaba por una mujer y sangre tenían todas por igual, ¿por qué diablos no iba Rael tras las demás? No me gustaba que se metiesen en mis asuntos.

-Con que...brujas - tragué saliva - ¿y qué se supone que eres tú? - pregunté a Rael, aunque no hacía falta una respuesta, me fijé en sus ojos...Nunca lo hubiera adivinado a simple vista, pero exacto, era un vampiro. Desde el primer momento en que puse un pie en este pueblo sabía que no iba a ser nada confortable.

-Cada vez estoy más segura de que este pueblo es anormal - reí mirando a Keith, intentando relajar la cosa.

-Una broma cósmica de Dios, una criatura con una eterna maldición que algunos ven con lástima y otros con ojos divinos -. me acerqué a la chica y coloqué dulcemente mi mano bajo su barbilla-. ¿Te gustaría ser inmortal y convertirte en una guardiana de la noche, sin remordimiento ni vínculo hacia la raza humana?

No la convertiría tan fácilmente en vampiro... Cuando estuviera muerta y vacía como una cáscara de nuez en el suelo, no tendría voz para llamarme embustero.

-Anormal todos... -susurré inaudiblemente con el puño cerrado e intentando respirar profundamente para no alterarme.

Aquello se estaba convirtiendo en no menos que una batalla que, pese a no ser abierta, se estaba librando como la que más. Malditos tira y afloja. Aun así, Kat era nueva en el pueblo, no tenía por qué preocuparme tanto por ella. Si caía, mala suerte por ella.

-Acaso -intervine- si la conviertes, ¿no pesará sobre ella la misma maldición, tal como tú lo has definido, que recayó sobre tí, vampiro? -Miré directamente a Rael.

-Sí -sonreí a mi amigo brujo-. Desde mi punto de vista, es un precio demasiado alto por el don de la inmortalidad... Pero todos sabemos que incluso en la No-Vida nada es gratuito.

Con un gesto, me coloqué a la espalda de la chica; Keith ya habíoa visto esto y sabía utilizar ese mismo poder, pero la chica se sobresaltó al ver que ahora estaba tras ella. Pude notar cómo su corazón cada vez latía más rápido, de una forma frenética... Por la diosa Maia, cada vez me estaba gustando más esto...

Me puse un poco nerviosa, hacía tiempo que no había estado en estas situaciones, pero no era algo nuevo. Pensaba mantener el secreto, pero supongo que era el secreto o mi vida, y decidí salvar mi vida. Le cogí una mano al vampiro, y provoqué una pequeña llama de fuego, la suficiente como para alejarlo de mí. Tampoco quería matarlo.

-No seré hoy tu victima, lo siento - me alejé.

El dolor había sido mi compañero incluso cuando era mortal, así que el fuego que utilizó no me causó cierta impresión (mas había descubierto su faceta de bruja cotilleando en sus pensamientos) y escondí mi chamuscada mano antes de que algún otro mortal pasara por allí y encontrara todo aquello interesante hasta tal punto de quedarse a verlo.

-Mi ingenua bruja... -dije, ocultando mi mano en mi espalda en un cortés gesto-. Mis víctimas no tienen elección, eso es algo que aprendí muy rápido en estos 2000 años...

Se acabó. Game over. No iba a permitir que le hincase el diente, no hoy ni tan pronto. Con un rápido movimiento, que en realidad no eran más que mis dotes mágicas, me acerqué a Kat , la tomé por la muñeca y tiré de ella hacia mí.
-No será tan fácil, Rael. -Pronuncié en voz alta mientras tomaba a Katherine entre mis brazos y la pegaba a mí.
-Buenas noches. -Y mientras pronunciaba estas palabras, tanto Kat como yo desaparecimos.