Rael Sanguis-Pluvia

Nombre: Rael

Apellidos: Sanguis-Pluvia

Edad: 2325 años

Raza: Longevo Vampiro

Descripción física: Italiano de raza aria, 1'85 de alto, larga melena sedosa y oscura y ojos azul celeste

Descripción psicológica: Rael tiene una personalidad fuerte y un humor recio. Es una criatura de pocos amigos, adusta y con gran confianza en sí misma. Su opinión de la vida es que hay que dejar los sentimientos a un lado, porque lo único que importa es ser el líder de la manada en un mundo cada vez más chiflado.

¿Qué le gusta?: La sangre aristócrata, preservar sus deidades

¿Qué detesta?: La sangre adulterada (víctimas yonquis)

Historia:

Rael Montescus, que así era su nombre antes de adentrarse en la No-Vida, contaba 24 años cuando mientras se ausentaba del templo de la diosa Maia, fue llamado a las armas por el cónsul Publio Decio Mus para que luchara a su lado contra las huestes del ejército de Tito Manlio Torcuato y las sociedades de la Liga Latina durante las Guerras Latinas, a faldas del Vesubio.

Rael rápidamente se marcó una reputación entre los demás soldados, ganándose el apodo de Azote del Vesubio, nombrado por su fiereza en el campo de batalla y la impasibilidad que demostraba ante la ejecución de sus enemigos. Pronto el ejército romano de Publio se haría con la victoria, no sin antes costearse cientos de vidas, incluida la de Rael, alcanzado por una flecha mientras galopaba hacia la batalla montado en su corcel; mas Publio, conocedor de la personalidad dominante de Rael, en su lecho demuerte le confesó los poderes de la No-Vida al joven soldado y tras un corte en su muñeca, ofreció su sangre al moribundo al son del siseo de un "Bibere..."

Los planes de dominación del joven Rael no se llevaron finalmente acabo, pues en esa misma batalla Publio Decio Mus falleció y Rael, sintiéndose la criatura poderosa e inmortal que era, irónicamente abandonó las huestes de Roma, y comenzó su nueva No-Vida siendo un frío y astuto cazador al que sólo le interesaba sobrevivir...

Mucho ha vivido Rael, y sus celestes ojos así lo demuestran. Pero en la actualidad, el que otrora fuera un joven soldado romano, ahora se siente apartado de la época en la que sólo importaban él y su diosa, y se ve obligado a deambular cada noche bajo el yugo de un mundo oscuro de luces, coches y sirenas, intentando comprender hacia dónde irá el ser humano a la mañana siguiente...

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